El nombre científico de la cebolla es Allium cepa y se trata de una planta herbácea de la familia de las liliáceas, entre las que se encuentran otras hortalizas tan conocidas como el espárrago (Asparagus officinalis), el ajo (Allium sativum) o el puerro (Allium porrum).
Su aspecto es de todos conocido, raíces cortas, superficiales, tallo largo y, entre este y las primeras, un bulbo tunicado que es la parte comestible y que ‘emerge’ del suelo a medida que madura. Puede presentar distintas formas (esférica, globosa o elipsoidal) y está compuesto de capas (de ahí lo de tunicado) que se superponen unas a otras separadas por una ligera piel y que al crecer y engrosarse van adquiriendo su típica carnosidad.
Inicialmente, el tallo es una especie de plataforma muy pequeña llamada disco que se encuentra sobre las raíces. Sobre él surgen las hojas, cuya base se hincha para formar el bulbo y por encima del cual permanecen apretadas (hojas envainadoras), sin engrosar, dando continuidad al tallo. Si este se deja crecer lo suficiente, puede alcanzar una altura superior a un metro y arrojar pequeñas flores blanco-amarillentas de las que obtener semillas para la reproducción de la planta.
En el bulbo se acumulan el agua y todas las sustancias nutritivas que necesita la planta para su desarrollo, las que después harán las delicias de cocineros y comensales.
El ciclo vegetativo se compone de cuatro estadios: el crecimiento herbáceo que comienza con la germinación y da lugar al tallo, las raíces y las hojas; la formación del bulbo; el periodo de reposo vegetativo una vez alcanzada la madurez del bulbo (es la responsable de la larga conservación de la cebolla); y la reproducción sexual, que se suele producir en el segundo año de cultivo.
La cebolla es una hortaliza de primavera-verano que necesita muchas horas de sol y que se recolecta según los gustos o el interés comercial. En España, la cosecha comienza en abril y se desarrolla hasta octubre. La recolección suele realizarse a mano por las dificultades que ofrece la mecanización de la misma y se realiza cuando empiezan a secarse las hojas y el bulbo está en sazón.
En general, la cebolla necesita terrenos profundos, ricos en materia orgánica y abundante agua. Cuando se siembra, se hace en diciembre, pero es habitual también trasplantar bulbos o pequeños tallos (lo más habitual), en este caso en los meses de marzo-abril. No obstante, ya decimos que el tipo de cebolla que se cultiva o las prácticas agronómicas que se utilizan pueden hacer variar notablemente las épocas en que se realiza cada labor. Por otro lado, hay que tener en cuenta también que el ciclo cambia cuando nos trasladamos otras latitudes o directamente al hemisferio sur, donde también existen importantes países productores.
En el cultivo de la cebolla es muy importante prevenir el crecimiento de malas hierbas o la limpieza de estas, puesto que el pequeño sistema radicular de la cebolla apenas puede competir por los nutrientes con otras plantas.
Las plagas más peligrosas son el escarabajo de la cebolla, la mosca de la cebolla, la polilla de la cebolla, los thrips y los nematodos. Entre las enfermedades que hay que prevenir se encuentran el mildiu, el fusarium, el carbón de la cebolla, la bacteriosis, la podredumbre blanca, la botritis y la alternaria.