La Biblia ofrece una clara muestra de cómo la cebolla era un producto cultivado y apreciado desde la antigüedad en Números, uno de los libros que cuenta la historia de Moisés y el éxodo de los judíos desde Egipto a Israel.
Aquí se explica cómo para ayudarles a cruzar el desierto, Dios les envió el maná, un alimento milagroso que llovía cada noche sobre el campamento, pero que a pesar de su origen divino no les hizo olvidar otras comidas. El capítulo 10 de este libro relata:
La turba de los advenedizos que se habían mezclado con el pueblo se dejó llevar por la gula, y los israelitas se sentaron a llorar a gritos diciendo: “¡Si al menos tuviéramos carne para comer! ¡Cómo recordamos los pescados que comíamos gratis en Egipto, y los pepinos, los melones, los puerros, las cebollas y los ajos! ¡Ahora nuestras gargantas están resecas! ¡Estamos privados de todo y nuestros ojos no ven más que el maná!La añoranza de las cebollas y demás hortalizas todavía es más valorable dado que el mismo capítulo del Éxodo explica que el sabor del maná era “como el de un pastel apetitoso”.