Cebolla y cultura
En 1985, el asiriólogo Jean Bottero tradujo unas tablas de arcilla procedentes de Babilonia y datadas sobre el año 4000 antes de Cristo. Se encontró con el libro de cocina más antiguo de la historia y en él uno de los productos estrella eran las cebollas. Es una de las menciones más antiguas a esta hortaliza y su entrada en el mundo de la cultura humana.
Cultivada desde la Antigüedad y conocida desde Oriente a Occidente, no ha dejado nunca de ser pieza básica de la alimentación y los cultivos agrícolas. Un elemento de la vida cotidiana tan presente que ha asomado en toda clase de manifestaciones artísticas y culturales.
En literatura, los escritores la han nombrado como un manjar apreciado por sus personajes. Así sucede en el Antiguo Testamento, iniciando una cadena que pasa por obras cumbre, como Cervantes y su Don Quijote, y llega a la actualidad. No se ha tratado solo de menciones relacionadas con el apetito y hasta se ha cantado la mera belleza de la cebolla; Pablo Neruda la calificó en sus versos como “globo celeste … redonda rosa de agua”.
De igual manera, los pintores o escultores la han representado en escenas de cocina, pero también han realzado sus formas y colores en bodegones. Aparece asimismo en cuentos y leyendas; en letras de canciones, desde tradicionales hasta de The Beatles; en películas; e incluso los arquitectos llevaron su forma a los edificios al crear la cúpula encebollada. Y fuera de las bellas artes, nombres de lugares, fiestas típicas, juegos o supersticiones siguen mostrando el papel cultural de la cebolla.
Además, la cebolla es un elemento tan familiar y conocido que se usa como metáfora en numerosos casos. Se llama papel cebolla al fino y traslucido, se recomienda para protegerse contra el frío vestirse como una cebolla, los psicólogos han popularizado el “efecto cebolla” e incluso los astrofísicos explican la estructura de misteriosas moléculas espaciales llamándolas “cebollas de carbono”.
Más aún. El rasgo más característico de las cebollas, que suelen hacer llorar cuando se cortan, se suma a su condición de alimento básico y sencillo para darles una especial carga simbólica. Miguel Hernández la expresó con toda su fuerza en sus famosas Nanas de la cebolla, sufriendo por su hijo que “con sangre de cebolla se amantaba”.
En suma, la humilde cebolla siempre ha estado presente en la creación humana y es una guía que permite numerosas y sorprendentes paradas en el mundo de la cultura.